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- La Frustración Universal de las Dietas
- 1. Tu cerebro vive en el Pleistoceno (y por eso lucha contra tu dieta)
- 2. Las dietas rápidas no solo son un fracaso: están saboteando tu futuro
- 3. La pérdida de peso no es una línea recta, es una sierra
- 4. El "kilo extra" del lunes no es grasa (y esta es la razón)
- 5. La clave no es "menos plato", sino un "buen plato"
- 6 ¿Cómo lograr mantener la masa muscular o aumentarla mediante estrategias nutricionales?
- 7 Estrategias para Aumentar la Masa Muscular
- 8 ¿Qué provoca un déficit calórico?
- 9 ¿Qué causa el aumento rápido de peso?
- 10 ¿Por qué el cuerpo se resiste a perder peso?
- Conclusión: Deja de hacer dieta, empieza a comer bien
La Frustración Universal de las Dietas
Has estado toda la vida a dieta. Ese ciclo interminable de contar calorías, pasar hambre, ver cómo los números en la báscula bajan con mucho esfuerzo y luego, inevitablemente, vuelven a subir. Es una historia universal y agotadora. Sientes que has probado todo, pero el resultado es siempre el mismo: frustración y la sensación de volver a la casilla de salida.
Pero, ¿y si el problema no fueras tú, sino el enfoque? Para desentrañar estas contradicciones, hemos consultado a dietistas-nutricionistas y tecnólogos de los alimentos. Basándonos en su experiencia diaria en consulta, pedemos extraer muchas verdades contra intuitivas que cambiarán por completo tu perspectiva sobre las dietas y te mostrarán por qué la solución no es «sufrir más», sino «entender mejor».
1. Tu cerebro vive en el Pleistoceno (y por eso lucha contra tu dieta)
Nuestros genes fueron programados hace miles de años, en la prehistoria. Durante esa era, nuestros antepasados se enfrentaban a largos periodos de hambruna, y solo sobrevivían los más eficientes. Esto «codificó» nuestro material genético para una misión principal: almacenar energía en forma de grasa de manera muy eficaz para poder usarla en tiempos de escasez. Nuestro cuerpo es una máquina de supervivencia diseñada para acumular.
El problema es que esta programación ancestral choca de frente con nuestro estilo de vida moderno. Nos movemos en moto o en coche; tenemos escaleras mecánicas, ascensores, aspiradores, lavavajillas y robots de cocina. Nuestro esfuerzo físico ha disminuido drásticamente. Además, tenemos acceso ilimitado a una enorme variedad de alimentos ultraprocesados, que ofrecen una gran densidad energética en un volumen muy pequeño.
Este desajuste evolutivo es la raíz de muchos problemas de peso actuales. Cuando decides hacer una dieta restrictiva, tu cerebro del Pleistoceno no entiende que quieres entrar en los vaqueros del verano; interpreta que ha llegado una hambruna y activa todos sus mecanismos de defensa para resistirse a perder esas valiosas reservas de energía, ya que lo considera una amenaza que pone en peligro tu supervivencia.
2. Las dietas rápidas no solo son un fracaso: están saboteando tu futuro
Cualquier dieta que prometa resultados rápidos debería ser una «bandera roja». Aunque es posible perder peso deprisa, la pregunta clave es: ¿a costa de qué? El objetivo de una pérdida de peso saludable no es simplemente bajar kilos en la báscula, sino reducir el exceso de grasa corporal, que es lo que «compromete realmente el bienestar y un buen estado de salud».
El daño oculto de estas dietas milagro es la pérdida de masa muscular. El músculo es un tejido metabólicamente activo; es decir, quema calorías incluso en reposo y nos ayuda a mantener un peso estable. Cuando haces una dieta muy restrictiva, no solo pierdes grasa, sino también músculo.
Esto desencadena el temido «efecto yo-yo». Al abandonar la dieta, recuperas el peso perdido, pero con una composición corporal peor: has ganado más grasa y tienes menos músculo que antes. Este ciclo es devastador para tu metabolismo a largo plazo.
«Aquí lo que ocurre es que quizás yo tengo el mismo peso que hace 20 años, pero no tengo la misma composición corporal. He ido perdiendo en el camino masa muscular y, sin embargo, he ido acumulando más grasa corporal. Esto hace que nuestro metabolismo basal disminuya, que se vuelva más eficiente y que necesitemos cada vez comer menos y que cada vez nos cueste muchísimo más perder peso.»
¿Cómo se puede medir la grasa?
El objetivo al medir la composición corporal es valorar la evolución de una persona no solo en la pérdida de peso, sino en la pérdida de grasa corporal, que es lo que realmente compromete el bienestar y un buen estado de salud.
En consulta, los profesionales disponen de diversas herramientas para valorar la composición corporal y la cantidad de grasa:
1. Datos Antropométricos (Perímetros)
Se trabaja con datos antropométricos, que implican la toma de perímetros. Esto se realiza midiendo determinadas partes del cuerpo, como la cintura, la cadera o el muslo.
2. Pliegues Cutáneos
Se pueden utilizar técnicas de pliegues cutáneos a través de plicómetros. Esta técnica permite valorar el grosor del tejido subcutáneo graso (la grasa subcutánea). Este es el tipo de grasa que se acumula entre la piel y el músculo. A partir de estos datos, se realizan diferentes valoraciones y estimaciones de cómo es la composición corporal de la persona.
3. Bioimpedancia Eléctrica
También se utiliza la bioimpedancia eléctrica o impedancia bioeléctrica. Aunque no es cien por cien fiable, es una herramienta bastante práctica y muy orientativa.
• Funcionamiento: Son básculas que tienen placas metálicas en la base o, a veces, un volante que se debe sujetar.
• Mecanismo: El dispositivo hace pasar una corriente de baja intensidad por el cuerpo, la cual no genera ningún daño ni se nota.
• Medición: Se valora la conductividad: si se tiene más grasa o más tejido libre de grasa (como el músculo), la conductividad es diferente. Esto permite valorar de manera indirecta la cantidad de grasa presente.
Advertencia sobre la Interpretación
Se recomienda no tener básculas de bioimpedancia en casa. Estas herramientas proporcionan mucha información que, si no se sabe interpretar correctamente, puede llevar a pensar erróneamente que se está ganando grasa o músculo, o que se está perdiendo líquido. Una mala interpretación puede generar obsesión y condicionar la manera de comer y el estado de ánimo.
En lugar de centrarse únicamente en el peso o en las lecturas de la báscula, se recomienda valorar la evolución de la composición corporal con otros parámetros, como:
• El estado de ánimo y la cantidad de energía.
• La calidad del sueño (si se está durmiendo mejor).
• La comodidad con la manera de comer (si se siente más a gusto con la dieta).
• Los cambios físicos, como notar que la ropa queda más grande y se pierde volumen.
Físicamente, aunque «un kilo de músculo pesa más que un kilo de grasa» no es cierto (un kilo es un kilo), el tejido muscular es más compacto y más denso y ocupa mucho menos volumen que la grasa, que es un material más esponjoso y voluminoso. Por ello, al perder grasa se notan cambios en la ropa.
3. La pérdida de peso no es una línea recta, es una sierra
Una de las mayores fuentes de frustración al intentar perder peso es la creencia de que el proceso es lineal y constante. Esperamos que, una vez que «le damos al interruptor», los kilos bajarán de forma continua y progresiva hasta alcanzar nuestro objetivo. Pero el cuerpo no funciona así.
La pérdida de peso se parece más a «los dientes de una sierra». Hay una progresión general descendente, pero está llena de pequeñas subidas y bajadas. Es completamente normal experimentar «efectos meseta», donde el peso parece estancarse durante semanas, o incluso ver pequeños incrementos en la báscula.
Estos altibajos son el resultado de las «adaptaciones metabólicas». Como hemos visto, tu cuerpo ofrece una fuerte resistencia a perder peso porque lo interpreta como una amenaza que pone «en peligro la supervivencia». Entender y aceptar que este proceso no es perfecto es fundamental para mantener la motivación, evitar la frustración y no abandonar el camino hacia un objetivo saludable. La paciencia no es una opción, es un requisito.
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4. El «kilo extra» del lunes no es grasa (y esta es la razón)
Es un escenario clásico: has sido «excesivamente estricto» de lunes a viernes, eliminando casi por completo los hidratos de carbono. Sientes que tienes que «aguantar», que para perder peso hay que sufrir. Llega el fin de semana, te relajas, disfrutas de una pizza o un postre y el lunes la báscula marca uno o dos kilos más. El pánico se apodera de ti y sientes que todo el esfuerzo de la semana se ha ido al traste.
La realidad es mucho menos dramática. Cuando restringes drásticamente los hidratos de carbono, tu cuerpo vacía sus reservas de energía rápida, llamadas glucógeno, que se almacenan en los músculos y el hígado. El punto clave es que el glucógeno se almacena junto con una gran cantidad de moléculas de agua.
Cuando el fin de semana vuelves a comer pasta, pizza o una tarta, tu cuerpo simplemente rellena esas reservas de glucógeno. Al hacerlo, también retiene el agua necesaria para almacenarlo. Ese aumento repentino de peso no es grasa, es en su mayor parte agua. Por eso, atiende a este consejo práctico y claro: «después de un día de excesos no vale la pena pesarnos» para evitar agobios innecesarios y conclusiones erróneas.
5. La clave no es «menos plato», sino un «buen plato»
Seguro que has oído mil veces el dicho «menos plato y más zapato». Aunque la intención es buena, el enfoque puede ser contraproducente. Propongo una corrección mucho más acertada y sostenible: «un buen plato y dale caña al zapato».
La clave no está en comer poco y pasar hambre, sino en comer bien. Una guía práctica y sencilla es el modelo del Plato de Harvard:
• 50% del plato: Vegetales y hortalizas de todo tipo.
• 25% del plato: Fuentes de proteína de calidad (legumbres y derivados, huevos, pescados, carnes magras, mariscos).
• 25% del plato: Hidratos de carbono, preferiblemente integrales (cereales integrales como arroz o pasta, y tubérculos como la patata).
Este enfoque cambia la mentalidad de la restricción a la nutrición. No se trata de eliminar, sino de equilibrar. Por supuesto, la alimentación y el movimiento deben ir de la mano. Tal como se ha comprobado cientificamente, como habrás percibido tú provablemente por tu experiencia, ni el mejor plan de alimentación funciona de forma aislada, sin actividad física, ni el ejercicio más intenso puede compensar una mala dieta. La combinación de ambos es lo que crea hábitos saludables y resultados duraderos.
¿Cuáles son las tres capas del grano de trigo?
Las tres capas que forman un grano de trigo son:
1. El salvado.
2. El germen.
3. El endospermo.
El consumo de granos integrales es nutricionalmente más completo porque, al refinar el grano para obtener harina blanca, se eliminan el salvado y el germen.
El salvado y el germen contienen importantes nutrientes, incluyendo:
• Fibra.
• Vitaminas del grupo B.
• Minerales (como hierro, magnesio o potasio).
• Grasas saludables.
Al eliminar estas dos capas, nos quedamos únicamente con el endospermo, el cual proporciona principalmente almidón (siendo la fuente de hidratos de carbono del pan y la pasta) y una pequeña fracción de proteínas. Por esta razón, se aconseja consumir productos integrales.
6 ¿Cómo lograr mantener la masa muscular o aumentarla mediante estrategias nutricionales?
Las estrategias nutricionales para mantener o aumentar la masa muscular dependen de si el objetivo principal es la preservación muscular durante la pérdida de peso o el crecimiento muscular. En ambos casos, se recomienda enfáticamente combinar la alimentación con el ejercicio físico.
Es fundamental buscar asesoramiento nutricional personalizado debido a que las necesidades energéticas, el estilo de vida, la actividad física y el estado de salud de cada persona varían.
Estrategias para Preservar la Masa Muscular (durante la pérdida de peso)
Para preservar la masa muscular, especialmente cuando se busca perder peso, se deben considerar los siguientes puntos:
1. Restricción Calórica Mínima: La restricción calórica debe ser la mínima necesaria. Es decir, la ingesta debe permitir comer lo suficiente para no pasar hambre mientras se logra la pérdida de peso.
2. Evitar Dietas Agresivas: Las dietas muy agresivas e hipocalóricas (con muy pocas calorías) favorecen la pérdida de masa muscular, ya que el cuerpo emplea las proteínas como fuente de energía en lugar de solo quemar grasa.
3. Aporte Suficiente de Proteínas: Es crucial asegurar un aporte suficiente de proteínas. Las proteínas son necesarias para que la masa muscular se vaya manteniendo.
4. Combinación con Actividad Física: Si la dieta de restricción calórica no se acompaña de actividad física y ejercicio, la tendencia a perder masa muscular será mayor. Estimular la musculatura con ejercicio físico facilita su preservación.
5. Beneficio del Músculo: Es beneficioso mantener peso en forma de masa muscular porque el tejido muscular es más activo que la grasa y ayuda a mantener un peso mucho más estable.
7 Estrategias para Aumentar la Masa Muscular
Cuando el objetivo es aumentar la masa muscular, se requiere una situación nutricional diferente que debe combinarse con el ejercicio físico. Si solo se aumenta la ingesta de alimentos sin ejercicio, se corre el riesgo de ganar peso mediante el aumento de los niveles de grasa corporal.
Las estrategias nutricionales se centran en una dieta hipercalórica:
1. Aporte Energético Elevado: Se debe suministrar al cuerpo más energía de la que necesita (dieta hipercalórica). Este excedente de energía y calorías es vital para asumir bien el entrenamiento, generar reservas y permitir que el músculo gane volumen y crezca.
2. Aumento de Carbohidratos: Se recomienda aumentar las raciones de fuentes de hidratos de carbono. Preferentemente, estos deben ser cereales integrales (arroz, pasta, pan integral) o tubérculos (patata, boniato). Los carbohidratos proporcionan la energía necesaria para entrenar adecuadamente.
3. Proteínas Necesarias: Es fundamental aportar las proteínas necesarias a la persona, adaptadas a su peso (gramos por kilo de peso) y otros aspectos. Las fuentes incluyen legumbres, carnes, pescados, huevos, mariscos y vegetales.
4. Fraccionamiento de Comidas: Se recomienda fraccionar las comidas. Esto ayuda a manejar la gran cantidad de alimento necesaria en una dieta hipercalórica (que a menudo requiere comer por encima de la sensación de hambre, lo cual puede ser pesado). Fraccionar la ingesta previene molestias digestivas o somnolencia.
5. Manejo de Vegetales: En ocasiones, se puede reducir (pero nunca eliminar) la cantidad de vegetales en los platos. Esto se hace para no comprometer la ingesta calórica total, ya que llenar mucho el plato con vegetales podría hacerlo demasiado voluminoso.
6. Snacks de Alta Densidad Energética: Se sugiere incluir snacks o tentempiés fáciles de tomar. Un ejemplo es un batido casero que combine fruta con leche o kéfir, frutos secos o avena. Este tipo de preparación logra una alta concentración de energía en poco volumen, lo que facilita el consumo de grandes cantidades de calorías (como 3,000 o 3,500 calorías, según la planificación).
7. Técnicas Culinarias Ligeras: Se aconsejan técnicas culinarias relativamente ligeras para que las comidas no resulten muy pesadas de digerir.
En resumen, si el cuerpo es una casa que estás renovando (aumentando o manteniendo su estructura muscular), el ejercicio es la obra que dirige la construcción, y la nutrición adecuada (ya sea suficiente proteína y energía controlada para mantener, o un excedente calórico bien distribuido para aumentar) son los ladrillos y el cemento que permiten que esa estructura se mantenga fuerte o crezca.
8 ¿Qué provoca un déficit calórico?
El déficit calórico, o balance energético negativo, es la situación que se produce cuando las calorías que se le proporcionan al cuerpo a través de los alimentos ingeridos son inferiores a las que el cuerpo necesita.
El déficit calórico provoca los siguientes efectos:
1. Pérdida de Peso: Es el resultado principal, ya que la falta de energía obligatoria al cuerpo a disponer de sus propias reservas de energía. Para que haya pérdida de peso, debe existir este déficit calórico.
2. Uso de Reservas Energéticas: El cuerpo se ve forzado a utilizar sus propias reservas de energía para cubrir las necesidades no satisfechas por la ingesta.
Consecuencias de un Déficit Calórico Agresivo
Cuando la restricción calórica es muy grande (es decir, una dieta muy agresiva e hipocalórica), el déficit puede provocar efectos adversos:
• Pérdida de Masa Muscular: Las dietas muy agresivas y con muy pocas calorías favorecen que el cuerpo emplee las proteínas como fuente de energía además de quemar grasa. Si se pierde peso rápidamente y bajo condiciones nutricionales inadecuadas, se pierde no solo grasa sino también masa muscular.
• Estado de Alerta Corporal: Una gran restricción calórica hace que el cuerpo se ponga en un estado de alerta, ya que se le está dando mucha menos energía de la que necesita para estar bien.
• Retiro de Grupos Alimenticios: Una gran restricción calórica generalmente implica la eliminación de grupos de alimentos, como pan, patata, arroz, e incluso frutas y legumbres.
Es importante destacar que, cuando los nutricionistas recomiendan la pérdida de peso, el objetivo es reducir los niveles de grasa corporal, que es lo que compromete el bienestar y el buen estado de salud, y no la pérdida de masa muscular.
El cuerpo siempre ofrecerá una cierta resistencia a la pérdida de peso, ya que está diseñado para sobrevivir y acumular energía. A medida que se pierde peso, se desarrollan adaptaciones metabólicas que hacen que el cuerpo se vuelva más eficiente y necesite menos calorías para sobrevivir.
9 ¿Qué causa el aumento rápido de peso?
El aumento rápido de peso es causado principalmente por una combinación de factores genéticos, hábitos alimenticios y el historial de dietas previas, que predisponen al cuerpo a acumular energía y dificultan su eliminación.
A continuación, se detallan las causas del aumento rápido de peso o la facilidad para recuperarlo:
1. Factores Biológicos y Genéticos
Nuestro organismo está codificado genéticamente para resistir la pérdida de peso y favorecer la acumulación de energía, una adaptación evolutiva a los largos periodos de hambruna que enfrentaron nuestros antepasados.
• Predisposición Genética a Acumular: El cuerpo está más preparado para acumular que para eliminar. Ofrece mayor resistencia a la pérdida de peso que a la ganancia de peso.
• Adaptaciones Metabólicas: A medida que las personas pierden y recuperan peso a través de dietas repetitivas (efecto yo-yo), la composición corporal cambia: se pierde masa muscular y se acumula más grasa corporal. Esto provoca que el metabolismo basal disminuya y se vuelva más eficiente, necesitando cada vez menos calorías para sobrevivir. En consecuencia, el cuerpo gana peso con mucha facilidad ante el menor exceso, y luego cuesta muchísimo volver a perderlo.
• Envejecimiento y Menopausia: A medida que envejecemos, se requiere menos energía para sobrevivir, lo que facilita la ganancia de peso. En las mujeres, la perimenopausia y la menopausia (a veces llamadas «injusticia metabólica») causan cambios hormonales que aumentan la tendencia a acumular grasa, especialmente en la zona abdominal.
2. Aumento Rápido por Retención de Agua (Excesos a corto plazo)
Un aumento rápido de peso observado después de un día o un fin de semana de excesos, generalmente se debe a la reposición de reservas de glucógeno.
• Restricción de Carbohidratos: Muchas dietas de restricción eliminan hidratos de carbono como pasta, arroz, pan y patata. Al retirar estos alimentos, el cuerpo vacía sus reservas de glucógeno (en el músculo y el hígado).
• Acumulación de Agua: El cuerpo acumula estas reservas de glucógeno junto con bastantes moléculas de agua.
• El Rebote: Cuando una persona consume una gran cantidad de carbohidratos (como en un plato de pasta, pizza o tarta), el cuerpo vuelve a rellenar rápidamente esas reservas y, con ellas, vuelve a acumular agua, lo que provoca un aumento de peso rápido en la báscula.
• Excesiva Restricción Semanal: Ser excesivamente estricto de lunes a viernes y pasar hambre puede llevar a que el cuerpo almacene inmediatamente la gran cantidad de energía recibida durante un momento social o de «exceso», en lugar de quemarla, porque está diseñado para sobrevivir y acumular.
3. Estilo de Vida y Entorno
El estilo de vida moderno contribuye a la facilidad con la que se gana peso.
• Sedentarismo: La vida actual es mucho más sedentaria (uso de coche, ascensor, escaleras mecánicas) y el esfuerzo físico ha disminuido drásticamente.
• Densidad Energética: Vivimos en un entorno con una variedad amplísima de alimentos, muchos de ellos ultraprocesados, que ofrecen una gran concentración de energía en poco volumen. La tendencia a comer menos y peor, sumada a la falta de movimiento, genera una mayor predisposición a enfermedades no transmisibles como la obesidad.
4. Otros Factores que Influyen en el Peso Rápido
Es importante recordar que el peso en la báscula no solo depende de lo que comemos, sino de muchos otros factores que pueden causar fluctuaciones rápidas:
• Fisiológicos y Hormonales: La ganancia de peso a corto plazo (un kilo) puede estar condicionada por haber dormido mal, el consumo de algún medicamento, el estado hormonal (como la ovulación o la fase premenstrual), o el paso por una enfermedad.
• Estrés: Un pico de estrés también puede impactar en el peso.
Para entender por qué se gana peso rápido, es útil imaginar el cuerpo como un antiguo sistema de almacenamiento de alimentos. Si pasas la semana viviendo con raciones muy limitadas (dieta estricta), cuando le ofreces un festín calórico repentino, el sistema de almacenamiento de emergencia se activa inmediatamente para guardar todo lo posible (grasa y reservas de glucógeno con agua), ya que teme que pronto volverá el periodo de escasez. Este sistema está diseñado para la supervivencia, no para el adelgazamiento rápido.
10 ¿Por qué el cuerpo se resiste a perder peso?
La resistencia del cuerpo a perder peso se debe principalmente a su diseño biológico evolutivo y a las adaptaciones metabólicas que desarrolla frente a la restricción calórica, especialmente cuando se ha seguido un historial de dietas.
Los motivos fundamentales por los que el cuerpo se resiste a la pérdida de peso son:
1. Programación Genética para la Supervivencia
Nuestra resistencia a perder peso se debe a la herencia evolutiva.
• Diseño para acumular: El cuerpo humano está diseñado para sobrevivir y acumular energía. Históricamente, nuestros antepasados tuvieron que adaptarse a largos periodos de hambruna.
• Codificación genética: Esta historia evolutiva programó nuestro material genético para tener una gran capacidad para almacenar energía y grasa.
• Ir contra natura: En este sentido, todo lo que implique perder peso es considerado por el cuerpo como «ir un poco contra natura». Por ello, el cuerpo ofrece más resistencia a la pérdida de peso que a la ganancia de peso.
2. Desarrollo de Adaptaciones Metabólicas
A medida que se pierde peso, el cuerpo desarrolla mecanismos para volverse más eficiente, lo cual dificulta la pérdida continua.
• Mayor eficiencia: Se desarrollan adaptaciones metabólicas que hacen que el cuerpo se vuelva más eficiente.
• Menos calorías necesarias: Como resultado de esta eficiencia, el cuerpo necesita menos calorías para sobrevivir y para mantener sus funciones vitales. Este mecanismo se activa para evitar poner en peligro la supervivencia.
3. Impacto de Dietas Repetidas y Pérdida Muscular
Un historial de dietas (el efecto yo-yo) agrava la resistencia metabólica:
• Pérdida de masa muscular: Cuando las personas han hecho muchas dietas a lo largo de los años, el cambio en la composición corporal hace que se pierda masa muscular y, sin embargo, se acumule más grasa corporal.
• Ralentización del metabolismo basal: El tejido muscular es un tejido más activo que la grasa. La pérdida de masa muscular hace que el metabolismo basal disminuya.
• Mayor dificultad para perder peso: Un metabolismo más lento implica que la persona necesite comer cada vez menos, y le cuesta muchísimo más perder peso.
Otros Factores que Afectan la Pérdida de Peso
Además de los factores biológicos y metabólicos, es fundamental entender que la pérdida de peso no es un proceso lineal y está influenciada por otros elementos:
• Variabilidad del proceso: La evolución en la pérdida de peso es variable y no es algo lineal.
• Efecto meseta: Es normal que, durante el proceso, haya momentos de estancamiento donde el peso no se mueve, conocido como efecto meseta, o incluso un incremento de peso.
• Factores externos: El peso no solo depende de cuánto comemos, sino que está condicionado por muchos otros factores, como el descanso (dormir bien), el estado hormonal (ovulación, premenstrual), la toma de medicamentos, la edad y el estrés.
Como analogía, el cuerpo actúa como un superviviente programado. Si lo pones a dieta, su memoria evolutiva le recuerda los tiempos de hambruna. Por lo tanto, en lugar de quemar reservas alegremente, reduce su gasto energético al mínimo (volviéndose más eficiente) para protegerse, como si estuviera cerrando ventanas y puertas para conservar el calor ante una tormenta.
Conclusión: Deja de hacer dieta, empieza a comer bien
La verdadera solución al ciclo frustrante de las dietas no es encontrar la próxima dieta milagro, sino abandonar por completo la idea de «estar a dieta». El objetivo no debe ser un plan con fecha de inicio y fin, sino un cambio progresivo de hábitos hacia una alimentación saludable, variada, equilibrada y suficiente, que puedas mantener para siempre.
¿Y si en lugar de preguntarte «cuánto peso has perdido», empezarás a preguntarte «cuánta energía y bienestar has ganado»?

